Senegüé – Aragüés del Puerto.

18 de agosto 2008. La etapa salía cuesta arriba, y la gran distancia hasta el primer pueblo con bar nos persuadió para desayunar en el hotel restaurante Casbas, en el mismo Senegüé. 7,70 € por los colocaos con tostadas, destacando que por pedir más mantequilla y mermelada nos cobraron 45 céntimos. Un gesto un poco cutre a nuestro parecer. (Foto 22: autorretrato saliendo de Senegüé).
La etapa parecía sencilla, Jordi la marca con dos estrellas. Si bien es cierto que no tiene grandes ascensiones, aunque sí duras rampas, como las que nos llevaron hasta el Pueyo de Escués.
El constante rompe piernas nos hizo sufrir tanto o más que en las etapas anteriores. Para los dos fue un día crítico.
Los kilómetros empezaban a hacer mella, no sólo en nosotros, también en nuestras máquinas. Desajustes en el cambio y ruidos nos acompañaban por todos lados. El transportín de Miguel volvió a dar problemas, y yo pinché mi rueda trasera. Llevaba más de un año con la misma cámara, y reventó en el momento más inoportuno, cuando estábamos prácticamente sin parches. Pusimos nuestras esperanzas en llegar a Castiello de Jaca, una población cercana a Jaca, en la que creíamos íbamos a encontrar todos los servicios. Buscábamos una ferretería y un cajero. Nada de nada, sólo bares y restaurantes. La solución estaba en Villanúa, población en la carretera que une Jaca con Canfranc. Sólo nos teníamos que desviar 2 km de la ruta. (Foto 23: Pueyo de Escués).

La oferta tampoco era algo impresionante, encontramos un supermercado que vendía tuercas, pero no las tenían de seguridad, y tampoco tenían plátanos. Fuimos a la tienda – taller de alquiler de bicicletas, donde nos intentaron vender aceite para bicis como desengrasante, en definitiva, acabamos comprándonos un par de coca colas y unas patatas fritas, de las que dimos buena cuenta sentados en un jardín, a la sombra de un árbol, mientras Miguel se colocaba las calas y se aplicaba Fastun Gel en una rodilla dolorida por un golpe tonto. (Foto 24: Villanúa).
Retomamos la ruta con una galbana impresionante bajo un sol abrasador. Un auténtico rompe piernas de asfalto nos esperaba hasta Aragüés del Puerto, pasando por Borau, Aisa y Jasa.
Bajo estas condiciones los tres puertos fueron brutales llegando auténticamente muertos al final del día. Acabamos literalmente tirados junto a una de las siete fuentes de la localidad.

Aragüés del puerto es un pequeño pueblo del norte de Huesca. Construido entero en piedra tiene unos rincones dignos de explorar y fotografiar. Aparte de las mencionadas siete fuentes, el pueblo sólo tiene dos bares, uno en la plaza, donde no dan de comer, pero en el que tomamos un par de quintos, y otro, llamado la Borda de Miguel, que abre a partir de las 18:30 h. Dan de cenar, pero sólo a partir de las nueve.
Entre uno y otro nos dimos un recomendable paseo por el pueblo comprando un poco de fruta en una tienda de la Plaza Consistorial, donde un niño nos enseñó como mangar un caramelo con total sigilo. (Foto 25: Aragüés del Puerto).

Llegamos a eso de las 19:00 h a la Borda, encontrándonos con la borde que regentaba el local. La señora destacaba por su falta de amabilidad. Parecía que no nos quería ni servir ni dar de cenar. Esperamos hasta las nueva, hora en la que abría la cocina. Era eso o no cenar, por lo que decidimos aguantar.
A la hora fijada entremos, nos sentaron en una mesa, y no nos dieron opción, “coméis el menú” y ya está. Protestamos, intercambios de palabras, …, pues si queréis tapas en esta mesa no puede ser, …., pues nos vamos, …., al final se solucionó, y aunque la oferta de tapas no fue igual que la de una familia del lugar como poco después ceno a nuestro lado, podemos decir que cenemos en abundancia.

Con el estomago lleno y mucho calor fuimos al jardín de la iglesia. La noche estaba bastante despejada, por lo que dormimos al raso, o al menos lo intentamos.
Fue sin lugar a duda la peor noche que pase en toda la transpirenaica. Inesperadas visitas de vecinos buscando un perro a altas horas de la madrugada, otros extrañados de que alguien durmiera en aquel lugar, la visita de las arañas que me acribillaron todo la noche y un ardor de estomago que me hizo beber agua toda la noche.(Foto 26: Revisando la bicicleta en la iglesia de Aragúes del Puerto).

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